Cuando somos pequeños nos insisten mucho en que la digamos “gracias”. De hecho a mí me decían que si me ofrecían algo, por ejemplo un zumo, lo rechazara y además diese las gracias. Ser agradecido con quien es amable, con quien te ayuda, te da un presente, etc. Es una de las primera normas de cortesía que todos interiorizamos, pero que con los años, olvidamos. “Gracias” es una palabra muy poderosa y en nuestro día a día, con los deberes y las obligaciones laborales, quizás no la utilizamos lo suficiente.

Nadie duda de que a todos nos gusta que se reconozca nuestro trabajo, sentirnos valorados por nuestras capacidades e implicación. Un simple gesto de agradecimiento por parte de compañeros y superiores va a ser un factor motivador de gran importancia. Esas actitudes van a dar lugar a ambientes laborales más humanos y proclives a relaciones más flexibles y de confianza en el entorno laboral. Es difícil imaginar que un equipo de trabajo pueda obtener los mejores resultados sin un ambiente de confianza y respeto entre sus integrantes. Y es que aparte del salario económico, en una empresa, también existe lo que se llama el salario emocional.

Y es que el problema, la ausencia de este buen hacer, dará lugar a ambientes laborales tóxicos, en los que las envidias y rencillas van a estar a la orden del día. Probablemente todos hemos tenido alguna desagradable experiencia de este tipo.

A la hora de dar las gracias, también es importante cómo se dan. No se puede ser agradecido con desgana, dándolas sin convencimiento y verdad, porque esto se nota y pierde todo efecto. Por lo tanto, te dejo unos consejos, por si a partir de ahora, decides practicar más el ejercicio de ser agradecido:

  1. Enfoca tu gratitud en lo que el empleado realmente hizo. En lugar de decirle “gracias por tu buen trabajo” sería más efectivo decir algo como “Gracias por quedarte hasta tarde; tu dedicación hace que la empresa crezca”.
  2. Si no lo sientes, no lo digas. Tus compañeros sabrán inmediatamente si el “gracias” fue o no sincero. Hacerlo debe ser un acto que venga del corazón, de lo contrario, no funcionará.
  3. De la misma manera, no muestres agradecimiento cuando no se merece. Si vas por el mundo agradeciendo a cualquiera no significará mucho cuando realmente valga la pena.
  4. Recuerda que para esto también sirven las redes sociales. Agradece públicamente (desde tu cuenta personal o desde la de la marca) a los compañeros mencionándolos en Twitter y Facebook y hazles saber por qué los aprecias. Puedes instituir algo así como el «empleado de la semana», donde nombres una persona, su logro y tu agradecimiento. Ellos valorarán que agradezcas su esfuerzo y que, además, se lo hagas saber a los demás.
  5. Utiliza el lenguaje no verbal: cuando puedas hazlo de manera presencial, con contacto ocular y en un momento de tranquilidad. Los mensajes, correos electrónicos o llamadas hacen a los agradecimientos más pobres y menos humanos.
  6. Presta atención y escucha. Uno de los principales propósitos de dar las gracias a los compañeros de trabajo es mostrarles que los aprecias. Y no hay mejor manera de mostrarles tu aprecio que escuchando sus ideas, sueños y su retroalimentación. La próxima vez que tengas una reunión o una conversación con alguien de tu equipo, haz el esfuerzo de escucharlo con atención.
  7. No solo te fijes, en la gente más cercana, ten en cuenta la gente del staff, los auxiliares, etc. Por ejemplo los de la limpieza, los del comedor, los mensajeros, ellos también colaboran en el éxito de la empresa y se merecen tu reconocimiento.
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