Vivimos una realidad laboral con una economía incierta, en un mercado extremadamente competido, con clientes exigentes y sumamente informados y por si fuera poco, implantando tecnologías que cambian a toda velocidad. Además, ahora en 2020, el Coronavirus.
Las crisis son situaciones usualmente inesperadas que alteran el funcionamiento normal de una empresa, y pueden amenazar la imagen de la organización, las relaciones internas o externas y suponer una entre grave amenaza para sus objetivos estratégicos y hasta para la a sostenibilidad del proyecto empresarial. Estas condiciones, requieren medidas inmediatas y efectivas para evitar o moderar los daños, e intentar revertirlos en una oportunidad para el crecimiento y transformación laboral.
El liderazgo en tiempos de crisis resulta clave para mantener la calma entre empleados, clientes y socios empresariales. En los malos momentos es cuando el líder debe preguntarse qué hay que hacer y qué le conviene a la empresa.
Hay 4 áreas de acción, en las que el líder no puede flaquear:
1. Establecer la dirección estratégica de la empresa (visión). Es importante establecer hacia donde se dirige la empresa y fijar las metas de forma específica, medible, accesible, orientadas a resultados y con tiempo definido y traspasarlas a toda la organización para que trabaje en ellas.
2. Asegurar el compromiso de todas las áreas de la firma para seguir con determinación la estrategia seleccionada. Es imprescindible dejar claro que el líder, va a hacer lo propio y va a liderar a todos, a solicitarles la implicación en el proyecto y va a ofrecer la ayuda para crecer personal y profesionalmente.
3. Ejecución de los planes. Todo grupo funciona de acuerdo a reglas, escritas o no. Si el líder no las establece, alguien lo hará por él. Por lo tanto, estas deben ser claras y ser comunicadas a todos los interesados. Para enfrentar la situación, el líder debe informarse sobre el acontecer del entorno (tanto interno como externo), interpretar la información y ejecutar un plan de acción a partir del potencial latente en la organización.
4. Mantener un comportamiento que permanentemente que sea ejemplar para el resto de la organización.
La cualidad más básica que debe tener un líder es la integridad. El líder que siempre honra su palabra, logra ganarse la confianza del equipo que maneja y establecer buenas relaciones sociales y laborales.
En el momento que un líder se ve envuelto en un acto no ético o en un problema de integridad, pierde la confianza de sus seguidores.
Y para estar preparado para futuras situaciones de crisis, existen cuatro habilidades que se pueden trabajar, que ayudaran a cualquier líder:
1. Adaptabilidad. La adaptación laboral requiere modificar nuestros patrones de comportamiento con inteligencia, astucia y control para ajustarnos a cambios internos o externos de nuestro entorno para así poder fluir entre las situaciones más difíciles.
2. Empatía. La empatía es fundamental para construir el compromiso, la motivación y la colaboración entre el personal. Promueve el respeto, el apoyo y favorece a los vínculos interpersonales.
3. Comunicación. La comunicación clara, concisa, honesta y congruente brinda la seguridad y la transparencia necesaria para definir el campo de acción y establecer una hoja de ruta.
4. Persuasión. La persuasión, que no manipulación, es el arte de guiar a otros hacia la adopción de ideas, actitudes o acciones que consideras que son beneficiosas para ellos. Es lograr ganarse a los otros en una discusión: no se trata de vencerlos, sino de llevarlos a tu terreno.