Frases como: “para lo que me pagan, mucho que hago”, “ da igual si trabajo más, los otros tampoco se esfuerzan”, “tu no digas nada, pero por hoy, no haré nada más”, “… creo que todos las hemos oído por desgracia, en nuestro entorno laboral.

La intensidad consiste en la velocidad o el ritmo al que se realiza el trabajo y tiene por efecto lograr más unidades de bienes o servicios dentro de un periodo dado; en el ámbito laboral, dentro de la jornada de trabajo establecida.

Y es que estar en el trabajo no es lo mismo que trabajar. No entiendo a la gente que va a medio gas en sus empleos, la intensidad es lo que diferencia al que puede, del que quiere y para mi es la única manera de lograr metas, crecer y avanzar.

Procuraré contar los motivos, por los cuales creo, que siempre se tiene que dar el máximo:

  • ¿Hasta cuándo? Para mi es una pregunta muy importante. Hasta cuando crees que la baja implicación y el bajo rendimiento actual te van a servir para mantener el empleo o las condiciones laborales actuales. Que un trabajador no sea despedido, no significa que la empresa no sepa que está rindiendo por debajo de su nivel, simplemente a veces, por estrategia o situación, no es una prioridad, realizar esta acción.
  • Los resultados acompañan a quienes ponen todas las ganas en lo que hacen. Los que consiguen llegar más lejos en el trabajo, con su empresa, en el deporte o en la vida, son los que viven a diario la experiencia de trabajar al límite de sus fuerzas. La intensidad que le ponemos al trabajo, que no es lo mismo que ser adicto a él. No son las horas trabajadas, sino la dedicación, la fuerza y la pasión que le ponemos lo que define el nivel de resultados que alcanzamos.
  • La satisfacción del trabajo bien hecho. Esa sensación cuando has terminado el cometido, que estimula y reconforta, no tiene precio. Esa pequeña sonrisa de orgullo, ese pensar que al final los resultados serán buenos o malos, pero que lo hiciste lo mejor que pudiste. Y ese tiempo que pasaste absorto en esa tarea, y que disfrutaste como un enano, no te lo podrán quitar jamás.
  • La competencia nos impone cada vez más trabajar con intensidad. El mercado laboral está lleno de gente aguerrida, innovadora, ambiciosa y con hambre de éxito. Trabajar con intensidad es la única manera de brillar, sobresalir, diferenciarnos y, sobre todo, dejar a la competencia atrás. 
  • La energía que genera el trabajo intenso es contagiosa, inspira, motiva y estimula a los demás a dar también lo mejor de sí mismos, creando un círculo virtuoso que le facilita al equipo lograr resultados excepcionales, innovar e incluso transformarse cuando es necesario. 
  • La reputación de un profesional parte del boca a boca que construye su marca y le trae más trabajo y atrae más clientes. Nada impacta más positivamente la marca personal que trabajar con excelencia, generar resultados sobresalientes y agregar valor. Y eso solamente se consigue evitando cualquier esbozo de complacencia o mediocridad. Una persona que trabaja a medias, nunca será un buen candidato, compañero, jefe o emprendedor y aunque cambie de empresa o proyecto, pronto, volverá al mal hábito de no esforzarse, para terminar exactamente, en otro sitio, pero con la misma situación.
  • La responsabilidad de hacer un buen trabajo nos obliga a dejar de lado todo tipo de excusas y apatías que no conducen a nada. ¿Qué pasaría si el resto de empleados tampoco se esforzasen? Si esto pasara, ¿Tendrías empresa donde ir a no dar lo máximo? Piensa en ti, pero también en tus compañeros y en la empresa, solo saldrán todos ganando, con la intensidad adecuada.
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