La realidad actual es que la empresa necesita cambiar continuamente para sobrevivir.

Un ejemplo de empresa cambiante es Nokia. Su historia se remonta al año 1865, cuando Fredrik Idestam y su mujer abrieron una fábrica de pulpa de madera para la fabricación de papel en Finlandia. Unos años después, se unieron a una empresa vecina y empezaron a fabricar botas de goma y neumáticos. En el año 1922, el grupo se hizo con una compañía de cables de Helsinki y así comenzó su expansión en el mundo de las telecomunicaciones. A día de hoy, es propiedad de Microsoft.

El problema de los cambios, sobretodo es cuando se perciben negativamente, por miedo, por desconocer la nueva situación, por no saber cómo afróntalo, etc… Según Elizabeth Kübler-Ross, nuestra reacción a esta situación, sería una concatenación de fases y estados emocionales que se podrían resumir en estas etapas:

1) Inmovilidad. En el primer momento, la persona puede sentir confusión y desorientación, entrar una especie de estado de shock que las paraliza.

2) Negación. Aquí aparece el «No pasa nada» y el «no es posible». Si la evidencia del cambio, es tan abrumadora que resulta ineludible, habrá los quien lo acepten, pero experimentarán en cualquier caso, una fuerte predisposición a continuar «como si nada hubiera ocurrido». Puede ser incluso que se piense que «esto son tonterías» que no tienen que ver con la «realidad». Este tipo de pensamientos impiden que uno se dé cuenta de que esta «realidad» es justamente lo que está desapareciendo, lo que está siendo reemplazada por la otra realidad, que consista en la nueva situación que está llegando.

3) Cólera. Después de los dos puntos de reacción pasiva, puede aparecer una  respuesta más activa y airada, en forma de rabia e indignación, contra aquel que ha llevado la noticia o bien hacia las personas que parecen que son las causantes del cambio.
En esta etapa, los afectados no utilizan su energía para asumir los hechos, ni para adaptarse a la nueva situación. Por el contrario, la aplican en intentar mantener y defender la situación anterior.
4) Negociación. Con esta nueva fase, se persigue el mismo que en la fase anterior: intentar salvaguardar la situación precedente, en la medida que se pueda. Otras veces, puede que intenten obtener beneficios y compensaciones que mejoren su sensación o simplemente, que  busquen realizar maniobras dilatorias con el fin de ganar tiempo y postergar el cambio.

5) Angustia. Su intensidad es directamente proporcional al grado de incertidumbre que presenta la nueva situación. En este punto, las personas afectadas han comenzado ya a reconocer que son en una nueva realidad y que el cambio ha tenido lugar, pero con una visión poco realista, quizás peor de lo que va a ser en el final.

6) Tristeza. Aquí aparece la nostalgia que resulta de la constatación de la del cambio. Se puede tener aunque la persona se quejase de esa situación anterior.

7) Depresión estrechamente ligada a la resignación. Lo más característico de esta fase es la pérdida de impulso. La capacidad de trabajo disminuye y esto refuerza la sensación de ineptitud. La depresión se realimenta en este bucle y la visión de la realidad se distorsiona aún más. La falta de empuje y el cansancio serán la tónica habitual.

8) Asimilación y aceptación. Gradualmente se recupera la capacidad de trabajo y uno empieza a sentirse abierto a oportunidades nuevas. La percepción de la realidad mejora, se hace más realista. Entonces, se puede decir que el cambio ya se ha empezado a asimilar. Y es que el tiempo lo pone todo en su lugar.

Este proceso no es lineal y cada persona lo vivirá de distinta manera. Aunque estoy seguro, que si lo piensas, seguramente verás reacciones que te serán familiares en cambios laborales que hayas tenido. La próxima vez, conociendo los pasos, ¿lo llevarás mejor?

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.